En el museo de Poza Rica etiquetan al controversial Jaime J. Merino como uno de los personajes que inspiran (Foto: Jorge Huerta E.)
En el museo de Poza Rica etiquetan al controversial Jaime J. Merino como uno de los personajes que inspiran (Foto: Jorge Huerta E.)

– Aunque fue cuestionada su salida del país, lo asentaron dentro de los personajes que inspiran

Por Jorge Huerta E./ informatePR

Poza Rica, Ver.– La reconstrucción de la historia de Poza Rica aún se encuentra pendiente; una vez inaugurado el museo de la Ciudad, MUCI, la figura de Jaime J. Merino se limpiará con algunas voces “autorizadas” como los cronistas de la localidad, aunque también existen detractores ante la polémica imagen de uno de los primeros cabecillas de la naciente ciudad petrolera.

Durante muchos años, el tema de Merino ha causado cierto escozor, pues hay quienes afirman que fue el autor intelectual de los designios desde el poder, pues algunas fuentes aseguran que generó una riqueza y la repartió entre sus prestanombres cuando salió huyendo del país hacia el extranjero.

Pero… y si no fue él, el autor intelectual de las acciones más descabelladas, entonces, con tanta influencia, riqueza y poder, no podía frenar los actos y excesos de quienes, según testigos, tenía una excelente relación con los dirigentes sindicales, que dicho sea de paso también fungieron como presidentes municipales, tal es el caso de Manuel Salas Castelán y Pedro Vivanco García.

Durante la inauguración del Museo de la Ciudad en Noviembre de 2021 (Foto: Jorge Huerta E.)

La matanza de los Goyos, luego del presunto fraude del PRI para imponer al alcalde y el asesinato del periodista Alberto J. Altamirano fueron de los casos más emblemáticos donde se involucra al polémico ingeniero, sin embargo, a decir de algunas familias, luego de la salida de Merino, las propiedades pasaron a manos de presuntos prestanombres que de la noche a la mañana enriquecieron.

En la historia de Poza Rica, algunos testigos de episodios violentos, afirman que fueron perpetrados de alguna forma por el sistema caciquil que se impuso en esos días; las protestas y la crítica al sindicato fueron acalladas, pues en aquel tiempo la hegemonía de un solo partido dificultó el debate para poder llegar a los consensos, sobre todo que los movimientos de izquierda eran perseguidos por el poder.

Paradojas

Fue hasta el año 2007 cuando una administración municipal reconoció de manera oficial el asesinato de miembros de un grupo de protesta conocido como “Los Goyos”, cuando se manifestaban por el presunto fraude electoral a manos del PRI con su candidato Manuel Salas Castelán, competidor de el doctor Fausto Dávila Solís, que era conocido como un benefactor, sobre todo de las clases necesitadas.

En ese episodio de las protestas, se menciona que los disparos que salieron del edificio de la sección 30, del sindicato petrolero mataron al menos a cuatro personas y según testigos, fue un número indeterminado de víctimas, pues presuntamente los cuerpos fueron llevados a distintos lugares; se habla que algunos fueron enterrados en el súchil, en el estado de Puebla, cerca del municipio de Agua Fría.

En el parque Juárez de Poza Rica, se erigió un memorial para recordar a las víctimas, algo que no podía ventilarse públicamente, y sobre todo por la negación de algunos políticos del PRI y de miembros del sindicato petrolero durante décadas; hoy a sesenta años de distancia, un grupo de personas se han encargado de reivindicar la figura de Jaime J. Merino, ahora que el suceso conocido como “La matanza de los Goyos” se ha oficializado.

Pero… ¿y las construcciones de los edificios emblemáticos de la ciudad como el colegio Motolinía, el colegio Salvador Díaz Mirón, el hotel Poza Rica, entre otras propiedades se hicieron con recursos de PEMEX y pasaron a nombre de personas de confianza del ingeniero? Eso es algo que aún queda por aclarar verazmente.

“No habrá ni Merinos ni ladrones…” fue el discurso de Adolfo López Mateos, durante la ceremonia de la nacionalización de la industria eléctrica… hoy, con la apertura del museo de la ciudad se abrió la posibilidad de reivindicar la imagen de Jaime J. Merino de la Peña y más aún, utilizando a los cronistas que siempre sostuvieron su simpatía por el controvertido ingeniero, salvo la excepción de quien fuera el cronista adjunto de la ciudad, Mario Román del Valle.

En el sexenio de Enrique Basáñez Trevethan, un edil se opuso a que la hoy calle Puebla, fuera nombrada Jaime J. Merino; la vía recién abierta por un nuevo puente para dar pie al recorrido del boulevard Ruiz Cortines y el boulevard Lázaro Cárdenas, de nombre Sergio Abdias Altamirano político de extracción de izquierda, protestó con un resultado favorable, pues existía la sospecha que Merino era el autor intelectual del homicidio de su padre.

Sergio Abdias Altamirano, hijo de aquel periodista asesinado en Poza Rica en 1960, llegó a regidor y tuvo la capacidad de frenar aquel nombramiento, uno de los intentos fallidos de limpiar la imagen del ingeniero Merino, sin embargo, hoy, en medio de una administración emanada de la izquierda mexicana, vuelven los simpatizantes de Jaime J. Merino a la carga.

Por lo pronto el ingeniero ya tiene un lugar en el museo de la ciudad como uno de los personajes que inspiran, más incluso que nuestro héroe Adolfo Rendón Rendón; si bien es cierto que hay esfuerzos por contar la historia de la ciudad, también podemos decir que hace falta una investigación seria, a fondo que nos lleve a la verdad, no importa cuál sea; los grandes personajes y tiranos de la historia se encuentran en un lugar, aunque momentáneamente sean héroes o verdugos. (20/septiembre/2022)

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