Carlos Fuentes y la Cabeza de Hidra
Carlos Fuentes y la Cabeza de Hidra

– En 1978 realizó el trhiller petrolero, “Cabeza de hidra” 

Por Mario A. Román del Valle/ informatePR

En 1978 Carlos Fuentes publicó su novela “La cabeza de la hidra”. En aquel momento la obra fue considerada un “thriller petrolero”, que se apartaba un tanto de las temáticas y las formas narrativas del ya para entonces laureado escritor mexicano.

“La cabeza de la hidra” es una historia que gira en torno a las reservas petroleras mexicanas y la relevancia que éstas tienen en el mercado mundial. No puede olvidarse que la obra apareció justamente cuando se hablaba, apasionadamente, en el mundo entero, acerca del enorme potencial del boom petrolero mexicano. Y el entonces Presidente José López Portillo se regodeaba, acuciado por su colaborador, el director de PEMEX, Jorge Díaz Serrano, anunciando al concierto internacional y a todos los mexicanos, que había que prepararse para administrar la abundancia, que nos traería la creciente producción petrolera.

La obra tiene una especial significación para nosotros, los pozarricenses, pues el personaje principal de la historia, el economista Félix Maldonado, quien se va a ubicar en el centro de la compleja red de intriga y espionaje internacional, es originario de Poza Rica. Y representa mucho de lo mejor y más valioso que nuestra ciudad ha producido: un mundo económico y social, marcado por la cultura obrera petrolera, de esfuerzo y nacionalismo vitalísimo, que está estrechamente vinculado a conceptos como la solidaridad social, la pujanza económica y la soberanía energética. 
Antes de abordar más extensamente la trama de la novela que ocupa nuestra atención, valdría la pena reseñar, brevemente, la trayectoria de un escritor de la fama y la talla universal que tiene Carlos Fuentes.

Carlos Fuentes. Un clásico universal

Carlos Fuentes nació el 11 de noviembre de 1928, en la ciudad de Panamá, en donde su padre, don Rafael Fuentes Boettiger, comenzaba su carrera diplomática como representante de México en aquel país centroamericano (1).
Vivió, por la actividad diplomática de su progenitor, en Estados Unidos, Chile y Argentina. Y en esos países adquirió una educación diversa y estimulante. Pronto entró en contacto con don Alfonso Reyes, un escritor excepcional y brillante, que influyó poderosamente en el proceso formativo del joven Fuentes.

“Gracias a esas influencias, ha señalado el doctor Ramón de la Fuente, el joven mexicano enfocó simultáneamente sus preocupaciones sociales, intelectuales, estéticas y culturales a la realidad mexicana, pero también a la del mundo entero. Esto le permitió una vasta comprensión no sólo de la cultura, la literatura y el arte, sino también de la política, de los conflictos internacionales, de las religiones, de las ideologías, de las tecnologías, y claro, cuando llegó la globalización Fuentes ya se había asomado a ella” (2).

Cabe señalar que, como todo buen escritor, Carlos Fuentes es un voraz y escrupuloso lector de muy variados intereses. Por eso, su visión social, filosófica, literaria y política es muy amplia, lúcida y profunda.

Regresando a su biografía, debemos apuntar que llegó a México a los 16 años de edad. Estudió la licenciatura de Derecho en la invaluable UNAM; ejerció, precoz y audazmente, el oficio periodístico; y se adentró en esa escuela vital del mundo nocturno del México posrevolucionario (3).

En 1954, va a publicar sus primeros cuentos titulados “Los días enmascarados”, reunidos en la Colección Los Presentes. Y a lado de Emmanuel Carballo dirigirá la “Revista Mexicana de Literatura”, y “El Espectador”, con Víctor González Olea y Enrique González Pedrero.

Fuentes: nuestro escritor más universal

Desde el principio, Carlos Fuentes va a mostrar una pasión irrefrenable por analizar al ser mexicano, su abigarrado y contradictorio mundo espiritual, la intensidad del mundo popular de nuestro país, y el señalamiento de los graves y grandes problemas de la Nación. Alguien ha dicho que para la generación de Fuentes, el problema literario no consistía en descubrir la modernidad de México, sino su tradición. El pasado se encontraba brutalmente dañado por la enseñanza petrificada que se impartía en las escuelas de los distintos niveles educativos, en donde predominaban formas grotescas de nacionalismo. 

Vendrá después, la publicación de varias novelas, de extraordinaria calidad narrativa, que le harán ganar renombre internacional. Entre ellas podemos citar “La región más transparente” (1958), “Las buenas conciencias” (1959), “La muerte de Artemio Cruz” (1962), la controvertida “Aura” (también de 1962), “Terra Nostra” (1975), “Gringo viejo” (1985), “Cristóbal Nonato” (1987), “Los años con Laura Díaz” (1999), y más recientemente “La voluntad y la fortuna” (2008). 

Sobre la fuerza que ha tenido la obra de Fuentes para la cultura mexicana, Carlos Monsiváis ha señalado que “fue uno de los primeros en romper el vigoroso pacto implícito de los escritores con el régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y para muchos fue el emblema de una izquierda democrática, antiestalinista, con sentido del humor, internacionalista y, a la vez, muy cercana al proyecto nacionalista y antiimperialista del ex presidente Lázaro Cárdenas” (4).

“La izquierda sectaria, agrega Monsi, lo declaró símbolo de la «frivolidad capitalista», y los jóvenes leyeron con entusiasmo La región más transparente, Las buenas conciencias, y, sobre todo, La muerte de Artemio Cruz (1962), el resumen mítico y crítico de una revolución museificada y devastada por la corrupción. Y por la represión, como se probó en 1968, al ocurrir la matanza del 2 de octubre ordenada por el presidente Gustavo Diaz Ordaz. Carlos Fuentes y Octavio Paz denunciaron internacionalmente los actos de barbarie del régimen” (5).

En 1975 fue nombrado embajador de México en Francia, cargo al que renunció, dos años después, cuando se entera que Gustavo Díaz Ordaz había sido designado embajador de México en España. Fue éste, un acto de protesta, comentado en todo el mundo, recordando que el político poblano había sido el principal responsable de los asesinatos de cientos de estudiantes en Tlatelolco, cuando pedían libertad política y apertura democrática en México, durante el turbulento y dramático año de 1968.

Y fue, precisamente en la embajada de México en París, en donde Fuentes elaboró su novela “La cabeza de la hidra”, en la que un economista pozarricense, que había estudiado en la izquierdista UNAM, es caracterizado como un emblema de la resistencia nacionalista, a favor de la soberanía nacional y el rescate del petróleo mexicano en bien de las causas populares.

La historia y la literatura, se entrecruzan en las obras de los grandes escritores. Y nos arrojan sus páginas, lecciones trascendentes que nos ayudan a comprender el pasado y el presente de manera más clara, y a no olvidar, en la visión para el futuro, que los pueblos deben encarar los retos económicos y sociales, aferrados a sus mejores valores culturales. 

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N O T A S

1.- Véase la biografías del escritor que aparecen en Wikipedia y en la propia página web oficial del autor de “Aura” (www.carlosfuentes.com ). Además de Humberto Mussachio,“Diccionario Enciclopédico de México”, 2001.
2.- Palabras del ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, en la clausura del coloquio “La región más transparente. 50 años después”, que organizó la Máxima Casa de Estudios del país, el año pasado.
3.- Vid., nota 1.
4.- Carlos Monsiváis, “Fuentes. Una biografía política”, en Diario “El País”, España, 26 de noviembre de 1997.
5.- Ibid. 

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