(Entrevista con Ramiro Cruz López, segunda parte)
– Rechaza Merino espacio en la política local, que el ex gobernador López Arias le habría ofrecido
– Ramiro Cruz, su chofer, se ganó la confianza del ingeniero y se hicieron compadres
Por Jorge Huerta Estrada/ informatePR
Poza Rica, Ver.- En 1958 el ingeniero Jaime Jerónimo Merino de la Peña, superintendente de PEMEX, tuvo que dejar la ex capital petrolera de México, ante muchas especulaciones, pues existía en ese tiempo una efervescencia política derivada de una elección, donde dos fuertes candidatos, disputaban la presidencia municipal de la naciente ciudad de Poza Rica, el abanderado oficial, Manuel Salas Castelán y el doctor Fausto Dávila Solís.
“Se vino una política muy dura, le tenían mucha envidia (a Jaime j. Merino) porque estaba haciendo muchas cosas por Poza Rica”, subraya Ramiro Cruz López, por lo que tuvo que llevar al ex superintendente de Petróleos Mexicanos en el distrito Poza Rica, a la ciudad de Los Ángeles, California, en Estados Unidos, por un cambio que obedecía a apaciguar la inconformidad contra el liderazgo de la sección 30 y por ende, del gobierno municipal representado por el PRI.
Ramiro Cruz, quien era el chofer de Merino, fue el encargado de llevarlo en un trayecto que siguieron de Poza Rica a Reynosa, la ciudad fronteriza con el vecino país y por el interior del lado norteamericano llegaron hasta el lado oeste, a la ciudad de Los Ángeles, donde junto con sus pertenencias instaló al ingeniero donde tendría una nueva encomienda para la entonces paraestatal petrolera.
El chofer de Merino
Entre 1930 y 1913, Ramiro Cruz López vino por primera vez a lo que hoy es Poza Rica, lugar donde solamente había casas de palma, llegó arriba de ¨La maquinita¨ o ¨La burrita” procedente del puerto de Tuxpam, lugar donde nació. Posteriormente volvió a estas tierras entre 1944 y 1945, después de haber estado en Estados Unidos, pero en esta ocasión llegó para quedarse; con un hermano dentro del sindicato no fue mayor problema enlistarse en PEMEX, pues en esos tiempos todo el que llegaba de fuera, prácticamente tenía un lugar asegurado en la industria petrolera.
Al firmar la planta, lo hizo en el departamento de sanidad, sin embargo, trató de permutar a otro espacio y logró colocarse en el departamento de “carreteras”; hasta 1950 perteneció a ese departamento pues su suerte cambiaría después de un viaje a la ciudad de México por una ausencia de un chofer de confianza para llevar a uno de los personajes más importante dentro de la empresa.
Ramiro Cruz era primo de Manuel Valverde (también de Tuxpam), uno de los acompañantes habituales del ingeniero Merino, así como otro de apellido Chagoya, pero éstos habían salido a una comisión y no podía llevar al superintendente; el parentesco con Valverde significó que podría ser en remplazo temporal para tal encomienda. El jefe de carreteras, Federico García Durán, recibió la solicitud del secretario de Merino, Carlos Lorenzo. “Me citaron a las 5:00 am y a esa hora estuve ahí”.
“Ya en el trayecto, a la altura de Necaxa, por la Cabaña, después de varias horas de viaje, en el estéreo sonó una canción, el ingeniero empezó a tararear la canción y yo la comencé a cantar en inglés… entonces me dijo, mira, mira, ¿a poco sabes cantar?” “No se hablar bien, pero entiendo algo en esa canción… aprovecha con el inglés, habrá más oportunidades, me comentó”. En ese momento se abría la puerta de lo que duraría muchos años, una amistad que fue aún más allá.
El compadre
En uno de los viajes a la ciudad de México, en las oficinas de PEMEX Ramiro Cruz López esperó como siempre al ingeniero Merino, sin embargo, en esa ocasión pasaron las horas y como no salía dejó el automóvil en el estacionamiento y lo fue a buscar, la secretaria de Antonio J. Bermúdez, Director de PEMEX, le comentó al chofer, que el ingeniero ya había salido de ese lugar, entonces Ramiro Cruz no supo qué hacer ante esa circunstancia, puesto que no había teléfonos celulares para poderse comunicar.
Fue entonces cuando pensó que existía un lugar, por la hora (de la comida) al cual podría haber ido, en aquel tiempo uno de los mejores lugares en la ciudad de México era el restaurante del Hotel Regis, entonces Ramiro se dirigió allá y efectivamente, ahí se encontraba Merino acompañado del propietario del equipo de beisbol de “Los tigres de México”, Alejo Peralta; ambos, sorprendidos por la suspicacia de Ramiro, rieron y entonces don Alejo exclamó, “quisiera tener un chofer como él”.
Después de varios viajes, la confianza en el ingeniero creció al grado de hacerlo compadre, pues el J. Merino bautizó a la hija de Ramiro Cruz; desde entonces Ramiro, el chofer, el compadre, recibió varias encomiendas, como ir a los Estados Unidos a traer a los jugadores que integrarían uno de los mejores equipos de beisbol de la época “Los petroleros de Poza Rica”.
En ese entonces, Cruz López viajaba a la frontera, incluso los Estados Unidos, por peloteros que se integrarían al poderoso equipo de Poza Rica, “me decía, tienes que ir a Laredo a ver a fulano de tal… a Reynosa”, siempre seguía al pie de la letra sus instrucciones; de esa manera se entendía que podía darle cualquier encomienda.
El guarura
Cuando Ramiro Cruz López hombre de confianza de Jaime J. Merino, se fue de Poza Rica, tuvo que escoger entre ir a trabajar al puerto de Veracruz o Reynosa, Tamaulipas, la frontera norte fue su destino laboral “…y con tan buena suerte, me salió una permuta a especialista, tractorista, de (chofer de segunda) conformación de las carreteras… de Poza Rica se había ido el ingeniero Straffon como superintendente, y el señor Rincón como jefe de personal… llegué paradísimo¨.
“Straffon me dijo… oiga Ramiro quiero ayudarlo para que quede… te vas a ir a perforación, en vez de ser de especialista en transportes vas como chango en perforación… te voy a poner a un técnico para que te hagas perforador”, pero Ramiro tenía otros planes “Los turnos, no puedo, no me gustaría, quiero estar tranquilo, muchas gracias… ¿pero… cómo… no vas a aceptar?” “En transportes trabajamos día y noche, íbamos de a Matamoros a Poza Rica, a Chihuahua, trabajamos de tal manera que ganamos mucho tiempo extra…”
La permuta que hizo la realizó con un especialista que iba de Reynosa a Poza Rica, le llamaban el cantinflas al chofer de apellido Carrillo, también me cedió su casa en Reynosa, pero existía oposición porque Ramiro era nuevo en esa sección, los antagonistas de Merino que habían quedado en Reynosa no permitían que me quedara con una casa en la colonia petrolera, sin embargo, siempre recibió ayuda y finalmente pudo terminar la transacción.
Para ese entones el frío de Reynosa en el invierno obligaba a abrigarse bien, Ramiro manejaba un mack del departamento de transportes, de los mejores, de los más nuevos, “como hacía mucho frio llevaba mi gabán, un sombrero que me regalaron y un jorongo, decían que era de cuidado porque había sido guarura del ingeniero Merino… ni navaja usaba yo”.
La suerte de Merino en la política local
Hoy, en el siglo XXI, no podemos concebir una integración del poder en una sola persona, con la alternancia de los partidos políticos en los distintos niveles de gobierno, la pluralidad era algo que prácticamente no existía, pues la izquierda estaba casi en la ilegalidad, cualquier simpatizante del socialismo era visto como un enemigo de la democracia, en ese entonces el poder estaba regido por un solo partido (PRI) y en algunos lugares por un solo hombre, el cacique.
A Jaime J. Merino se le achaca ser el cacique de Poza Rica de la década de los años 50 del siglo XX, algunos periodistas lo retratan como el funcionario enriquecido de la noche a la mañana, pero sobre todo, por la disposición que tenía de recursos de la paraestatal Petróleos Mexicanos para cualquier uso, de ahí se deriva el sobrenombre de “el cacique bueno”, el que daba el visto bueno para la dirección de los destinos de la dirigencia sindical de la sección 30 y otros puestos de elección popular como la alcaldía o las diputaciones.
Ramiro Cruz, hombre que vivió el apogeo del distrito Poza Rica de Petróleos Mexicanos junto a quien tomaba las decisiones al frente de la pujante industria nacional, afirma que Merino era un hombre visionario, educado y excelente como persona; el hecho de haber construido un emporio en donde se encuentra hoy la ciudad de Poza Rica hizo a que muchos políticos de la época voltearan a ver a este incipiente lugar, uno de ellos fue Fernando López Arias, político que sabía que en este lugar de reciente riqueza podría ser de ayuda a una posible candidatura.
Desde los municipios del totonacapan como Papantla Coxquihui y hasta Pueblo viejo, en la huasteca veracruzana, sería el territorio donde Jaime J. Merino tendría injerencia en la política si accedía a los deseos de López Arias quien figuraba como uno de los precandidatos del PRI a la gubernatura de Veracruz; Ramiro Cruz afirma que el político se le acercó a Merino, “ingeniero, ya soy el número uno para la gubernatura del estado…”
Ante la insistencia de López Arias para que Merino lo apoyara, pues tenía mucha influencia política en la región petrolera, no le dejó alternativa al jalisciense de indagar sobre las directrices políticas del momento. Fue a ver a Enrique Rodríguez Cano, político tuxpeño que en ese entonces era secretario particular de Adolfo Ruiz Cortínes (también veracruzano), presidente de la república y le aseguró que quien seguiría como candidato a la gubernatura era Antonio N. Quirasco y no López Arias.
Con la advertencia de que dejara la idea de apoyar a Fernando López Arias, Merino entendió que al asunto complicaba algunas cosas; “López Arias se sintió muy ofendido porque no le había ayudado, sobre todo por haber ido a ver a Rodríguez Cano… pasaron los días, ya el ingeniero no pudo hacer nada…”, la suerte estaba echada, Ramiro Cruz, compadre de Jaime J. Merino afirma que la venganza política no tardó en surtir efecto.
El 6 de octubre de 1958
“La matanza de los Goyos” fue un episodio después de las manifestaciones por las calles de Poza Rica ante el presunto fraude cometido por el Partido Revolucionario Institucional, el tricolor postuló a Manuel Salas Castelán como candidato emanado de la sección 30 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) bajo la dirigencia de Pedro Vivanco García, en ese entonces existía excelente relación con el superintendente de PEMEX Jaime J. Merino, a decir del entrevistado.
El doctor Fausto Dávila Solís, filántropo de la ciudad, encabezaba la candidatura del Partido Demócrata Pozarricense, a su rededor aglutinó diversos grupos que estaban contra el caciquismo de la sección 30, y a su vez acusaban al ingeniero Merino de ejercer el poder detrás del trono. El 6 de octubre de 1958 quedará grabado como el día que Poza Rica se tiñó de rojo, aunque no se puede precisar el número de víctimas, lo que si se asevera es que los disparos salieron del edificio de la sección 30, frente al parque Juárez.
El destierro
Jaime Jerónimo Merino de la Peña, el ingeniero topógrafo, que había llegado a tierras veracruzanas en los años cuarenta y vio crecer a Poza Rica hasta transformase en una ciudad, tuvo que salir del país ante la presión ejercida desde el propio poder político, al cual había pertenecido, en versión de sus adversarios, fue el cacique de la ciudad capaz de manipular, desde su lugar, como funcionario de PEMEX, la vida interna del sindicato de la sección 30 y la política local al grado de palomear a los candidatos del PRI como el caso de Manuel Salas Castelán.
Para Ramiro Cruz López, quien lo conoció desde que fue su chofer y hombre de confianza hasta llegar a apadrinar a su hija Patricia, fue un hombre preparado que quería la modernidad para este lugar. En los últimos días de su estancia en Poza Rica le dijo que López Arias se la había volteado. Ya para entonces la composición política había sufrido alteraciones, como el relevo presidencial con Adolfo López Mateos y para Fernando López Arias la suerte cambiaría, pues y llegó a ser Procurador de la república y posteriormente gobernador de Veracruz.
Sin el apoyo ya de Antonio J. Bermúdez, Merino tuvo que salir del país. De las presuntas acusaciones de enriquecimiento ilícito no ha quedado claro hasta el momento, sin embargo, en la política nacional los sindicatos tenían fuertes coacciones desde los altos manos de la política, que reprimían las manifestaciones de inconformidad; tales episodios han quedado plasmados dentro de las páginas de nuestra historia, sobre todo en la vida sindical de las agrupaciones gremiales de México.
Ya una vez que Merino se fue al extranjero la insistencia en que su compadre Ramiro Cruz se fuera a los Estados Unidos continuaba vigente, “A la hora que tú te quieras venir, te arreglo los papeles”, sin embargo, Ramiro Cruz prefirió continuar su vida en México, donde no tardó en encontrar acomodo. De Poza Rica se fue a permutar a Reynosa. Alejo Peralta, dueño del equipo de beisbol “Tigres de México” también le ofreció trabajo, pero prefirió continuar su vida dentro de Petróleos Mexicanos. (abril de 2021)
En la tercera y última parte el regreso de Merino, el asesinato del periodista Alberto J. Altamirano y la desaparición de poderes de Poza Rica.
Vea la primera parte http://www.informatepr.com.mx/historia-del-petroleo/70-anos-de-poza-rica-como-municipio-a-iniciativa-de-jaime-j-merino-rcl/