El Granma, símbolo de la libertad en Cuba, en un cartel de La Habana (Foto: Jorge Huerta E.)
El Granma, símbolo de la libertad en Cuba, en un cartel de La Habana (Foto: Jorge Huerta E.)

– Fidel Castro solo estuvo algunos días en Tuxpam donde salió con expedición encubierta

Por Jorge Huerta E./ informatePR

Tuxpam, Ver.- Un cable subacuático pudo frenar la salida del buque Granma, que salía con sigilo de las aguas del río Pantepec (Tuxpam) con la tripulación que daría inicio a la revolución cubana aquel 25 de noviembre de 1956; contrario a lo que muchos piensan, que Fide Castro salió con todo el apoyo de México para iniciar la expedición a la isla de Cuba y liberar al pueblo del dictador Fulgencio Batista.

Tito Hernández Loya, habitante de Santiago de la Peña, lugar del municipio de Tuxpam, donde se encontraba la embarcación (El Granma)  con la que partirían a su odisea, escuchó de labios del propio Fidel Castro en su segunda fase de la Revolución, es decir, cuando volvió a México, pero ahora cubierto de gloria, con la investidura de presidente de la República, a conmemorar el 4 de diciembre de 1988 el desembarco del yate Granma en las costas cubanas para inicio de la lucha armada.

Tito Hernández Loya, habitante de Santiago de la Peña, escuchó de viva voz de Fidel Castro las vicisitudes que vivió en la partida del Gramna en su expedición revolucionaria de Tuxpam a Cuba (Foto: Jorge Huerta E.)

Treinta años después de la partida del Granma y de la Revolución cubana, Tito Hernández, siendo un joven atraído por la romántica historia de Fidel Castro escuchó la serie de vicisitudes vividas por los isleños en tierras veracruzanas; vio cuando llegó la delegación cubana en un autobús descubierto encabezando un desfile con Castro Ruz, afirma que había mucha seguridad de parte de nuestro país, así como cubanos e incluso soviéticos.

Una vez que llegaron al atracadero donde el Granma estuvo tres décadas (1956) atrás y donde se ubica el museo de la Amistad México- Cuba, en su discurso, Fidel resaltó los apuros afrontados en ese tiempo; no era la historia de amistad entre México y Cuba que se vive hoy, pues el dirigente cubano andaba a lo que se conoce como “a salto de mata”, es decir, que las detenciones sufridas meses antes, por parte de la policía mexicana habrían anticipado el viaje, tenían que partir lo antes posible.

Museo de la amistad fue una quinta de un norteamericano donde vivieron unos días los cubamos revolucionarios antes de partir a Cuba en 1956 (Foto: Jorge Huerta E.)

El cable

El puente de Tuxpam fue construido en 1960 y 1961, por lo que el medio para atravesar el río era el chalán; el artefacto era sostenido por cables de acero que atravesaban de una orilla a la otra e impedían que la corriente del afluente se llevara la barcaza río abajo; para entonces no había marinos en Tuxpam, pero ya se encontraba la zona militar en el cerro frente al río, de tal modo que la vigilancia de quienes atravesaban  a Tuxpam, de Santiago de la Peña en balsa o navegaban, eran blanco visible de los militares.

Tito Hernández comenta que es inverosímil que los cubanos tuvieran contacto con los pobladores de Tuxpam o Santiago de la Peña; dentro de las leyendas urbanas se dice que convivieron en algún café de del puerto, incluso reporteros de medios nacionales han llegado a Santiago de la Peña a preguntar si alguna mujer quedó embarazada de Fidel o algún revolucionario; el entrevistado asegura que Fidel estuvo menos de una semana en este lugar, por lo que la revolución de la isla caribeña no fue planeada en estas tierras.

La premura de la salida se debió que ante las detenciones de cubanos armados en distintos eventos en México, había puesto en alerta a las autoridades de Fulgencio Batista, incluso a punto de conflicto diplomático entre ambas naciones, pues en Cuba solicitaban su extradición; entonces había que actuar lo antes posible; de esa forma la madrugada del 26 de noviembre de 1956 se escribiría como el día memorable para los oprimidos por el gobierno imperante en la isla.

El señor Tito afirma que “Fidel Castro tenía que salir, tenían que calcular el paso del chalán… el estiramiento de los cables de la panga… cuando va pasando se tensan los cables de acero. Cuando llega a la orilla cae todo el peso y se afloja, había que aprovechar el ritmo de agua para poder salir, sino se atoran en los cables en las propelas del barco”. “Esa historia es muy bonita”, prosigue. Desde joven, Tito Hernández leyó la historia de la epopeya rebelde, incluso escuchó en la radio algunos programas que hablaban de la guerrilla, de cómo llegaron a la sierra maestra para de ahí comandar sus ejércitos contra la dictadura.

Tito Hernández vio a Fidel Castro pasar por la calle Álvaro Obregón antes de llegar a su encuentro con el pueblo mexicano en donde se localiza el museo de la Amistad México- Cuba, “era la única calle pavimentada en Santiago de la Peña”, “Iba con escoltas de Cuba y de Rusia”; el museo era una casa de un norteamericano que vendió a Fidel la propiedad y el yate; en esta estancia estuvieron menos de una semana, cuando partieron pasaron décadas para crear el museo que hoy conocemos.

Al dejar los revolucionarios la casa, ésta quedó abandonada, a su cuidado estuvo el mexicano Toño Cesáreo, él sembraba caña de azúcar y maíz, pues era una quinta muy grande que daba hasta el río; posteriormente el gobierno cubano lo dotó de una vivienda por el favor de cuidar la propiedad, pero en ese tiempo nadie sabía lo que ahí había sucedido. La amistad entre México y la Habana quedó sellada una vez que Castro tomó el poder y agradeció a Fernando Gutiérrez Barrios, entonces capitán de la Dirección Federal de Seguridad en México.

Para el recibimiento de los treinta años del inicio de la Revolución cubana vinieron personas de Cerro Azul, de Tamiahua, de Álamo y otras partes de la región, afirma el señor Tito, “teníamos que arroparlo, Fidel venía en un autobús panorámico saludando” por la calle (Obregón) donde vive desde entones. El líder cubano duró horas ante el micrófono haciendo una remembranza de lo que vivieron y sufrieron para lograr la liberación de su pueblo del yugo de Batista, que era acusado de tener a Cuba como prostíbulo de USA.

Sesenta y dos años después de la revolución cubana, con sus pro y sus contra, con sus miles de cuartillas, libros y tesis escritas, documentales castristas y antisocialistas, no hubieran sido posibles si aquel cable subacuático de la balsa del río Tuxpam hubiese impedido la salida de la embarcación rebelde hacia la aventura revolucionaria, esa que ha partido al hemisferio y al continente, no por su geografía, sino por su ideología; la habilidad de sortear el cuerda metálica en el afluente tuxpeño llevó al Granma y su tripulación a los que hoy es Cuba con sus matices y particularidades. (23/enero/2022)

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