Imagen de la exposición Van Gogh Alive
Imagen de la exposición Van Gogh Alive

– ¿La razón o el sentimiento? ¿Qué es más determinante en una obra?

Por Jorge Huerta E./ informatePR

El corazón es un órgano del cuerpo humano que suministra a toda la red de arterias la oxigenación necesaria y el alimento para que el cuerpo pueda vivir; el cerebro es quien ordena a cada uno de los órganos dentro del sistema correspondiente a coordinar cada una de las tareas encomendadas para que organismo funcione correctamente, estos dos órganos son muy importantes, pero a la vez distintos en sus quehaceres, tanto que se distinguen definidamente a uno del otro.

Al cerebro se le ha reconocido como la parte de la inteligencia y la razón, al corazón se le ha dado la interpretación de ser la parte sensible de las emociones, es por ello que definimos a alguien como “de buen corazón”, de “corazón grande”, como una persona buena o de buen carácter, compasible y empático. Los seres humanos son los únicos con la capacidad de crear obras de arte; para ello se empleamos el cerebro y el corazón.

Para que el Proceso artístico se dé, lo ideal es que tanto el corazón como el cerebro estén íntimamente conectados; un artista que piensa, razona y reflexiona se dice que sólo podría pensar con esa frialdad de la razón, sin embargo en las grandes obras de los genios interviene la intuición y la emotividad que se supone media a través del corazón. A pesar que suele pensarse que el ensueño artístico es un acto inconsciente debe tener los dos ingredientes, pues la conciencia es parte importante también.

El arte tiene dos formas o tipos universales, el Fisioplástico o representativo y el Ideoplástico o no representativo; para que una obra se libere de lo particular y sea universal, y se considere bella, debe volcarse su amor, la fuerza de voluntad debe tener una impulso irresistible. A través de tres pasos el artista puede llevar el proceso artístico con un resultado extraordinario, donde su obra raye en lo sublime.

El primer paso de dicho proceso es la inspiración, aunque muchos pueden en un momento dado interpretar el arte y tener esa sensibilidad, no todos tienen el don divino, que parte de un ideal, de la pasión, del amor, de los desengaños, incluso. Esa inspiración puede venir desde distintas fuentes y culmina con la expresión estética; no obstante deberá pasar por otros dos pasos subsecuentes.

El pensamiento es un elemento imprescindible del conocimiento, que es el segundo paso, pues a través de éste, el artista analiza, abstrae, generaliza, sintetiza, induce, determina, compara, cataloga y penetra en la intuición como el pincel en la pintura. Aunque la intuición viene con la sensibilidad, pero si se prepara con el conocimiento nos ayuda a pensar.

Entonces si la obra se realiza solamente con el pensamiento, es decir que solo sea reflexivo, se vuelve frío, donde no existe la intuición el espíritu se encuentra fuera de la obra, no puede considerarse como creativa.

El sentimiento es el tercer paso en el proceso del arte, es donde se materializa la obra que se concibió de manera interior, es decir, ésta tiene que salir; aunque sea imperfecta no puede estar ausente del sentimiento, pues estaría vacía, por lo tanto debe tener ese poder interior del autor, el alma de la misma obra. El paso final es la materialización de la obra, por supuesto, como ya dijimos cargada de la emotividad del autor; con el material que se resiste al cambio que finalmente se transformará.

Cualquier obra debe tener los ingredientes necesarios como ya lo explicamos en su momento. Desde la concepción de la idea hasta la creación, su culminación, donde el cerebro del artista trabaja arduamente, pero sin duda el sentimiento plasmado en la misma es imprescindible para que ésta sea un deleite del contemplador; el corazón es en definitiva, un elemento clave para que esto se dé.

El corazón, vinculado al sentimiento, a la pasión, a esa sensibilidad que el artista imprime en cada una de sus obras es sumamente importante para que la creación finalizada tenga el carácter de divina, algo que no cualquier ser humano puede poseer; cada vez que el corazón late envía lo necesario para que el organismo se encuentre de pie, pero en la parte emocional, las sensaciones nos llevan más allá de lo cotidiano, podemos decir que lo sentimos como el latido del alma.

Cuando la obra se manifiesta y todo el sentimiento interior del artista queda expuesto, desnudo, como  aquel episodio descrito por el excelente relato de Edgar Allan Poe, donde la verdad queda al descubierto, en “El corazón delator”, así la obra por su magnificencia, se queda para la posteridad, entonces podemos decir que disfrutamos de la estética en su máximo esplendor. Nuestro corazón es el delator que abre el secreto de cada obra. (diciembre 2022)

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