– Otro mundo
Por Mario Moriega Villanueva/ informatePR
No es raro que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quiera meter en la cabeza a los mexicanos que están viviendo en jauja, con una economía que según él, va bien; que la pandemia, para ellos prácticamente no existe, cuando se tienen días de más de 24 mil nuevos casos que han marcado un nuevo récord y en algunos estados, los hospitales están súper saturados y no cabe un solo enfermo más. Obviamente la mortandad continúa siendo elevada y ya los panteones están siendo insuficientes.
Es indudablemente otro mundo el que vive desde el presidente López Obrador, hasta el último de sus colaboradores en el gabinete. No lo dijo pero el mundo que gobiernan no es el que les ha tocado vivir a su vez, a millones de mexicanos que quedaron empobrecidos y sin oportunidad de hecho, de ni siquiera mal comer porque con todo y las limosnas que pudieran dárseles de sus propios recursos, no de ellos, no les alcanzan sino solo para dos o tres días, con los precios tan altísimos que han alcanzado los productos de consumo necesario y otros que son indispensables como el gas, el agua en garrafón, transporte público, etc.
Con lo que les dan y lo poco que pueden ganar haciendo trabajos particulares para fortalecer sus ingresos, apenas les puede alcanzar para frijoles, tortilla, huevo y eso siendo austeros –ellos sí–, con lo que obtienen diariamente, pero escuchamos y leemos que el presidente dice que la economía del país va viento en popa, cuando muchos mexicanos mueren de hambre y otros van por ese rumbo pues al cabo del tiempo que no será mucho, vivirán en la hambruna. Y el gas, la gasolina, siguen cuesta arriba indeteniblemente y a cada momento, mientras el salario permanece igual y sencillamente no es suficiente.
Cómo se le puede pedir a toda esa gente que no tiene para comer, que observe, por ejemplo, todas las medidas sanitarias para evitar el contagio del COVID 19. O comen o compran continuamente los cubre bocas, el gel, el sanitizante, además de que los dos productos últimos, están demasiado caros. O mal come para mal vivir, o definitivamente, tiene que exponerse al contagio con todas las consecuencias.
Respetamos las opiniones de los gobernantes, pero engañando al pueblo es llevarlo a la muerte, porque sus recursos no le alcanzarán para obtener los productos que se requieren para protegerse de la enfermedad pandémica para protegeré a sus semejantes. Eso sí que está del carajo.
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