Para los gobiernos, local y estatal ha sido fácil bajar de rojo a naranja a varios municipios con altos índices de contagio y muertes. La realidad que vive Poza Rica y otros municipios no es la que se da a conocer con bombo y platillo pues los veracruzanos siguen “cayendo como moscas” –perdonen la comparación que es mala, pero el coronavirus sigue a la alza--, y no se ve para cuándo realmente pueda bajar su índice.
Cierto que hay mucha gente que dice que ese virus es inventiva de grandes y muy riesgosas consecuencias –el número de víctimas mortales, da la razón de la mentira con que se informa y se pretende engañar al pueblo--, que si no se ataca con un verdadero programa, bien planeado y organizado el cual obligue a adoptar acciones firmes y positivas, las cosas no van a mejorar por nada del mundo y va a seguir muriendo gente.
Lo único que puede agradecerse al gobierno federal –desde donde se ejecuta el programa de vacunación--, aunque sea mucho muy lento y desorganizado. En parte, así se desmiente, a que si el virus fue creado por intereses tan oscuros como asesinos, porque con excepciones como las del gobernador de Veracruz, se aplica a los ancianos –tercera edad (60 años) en adelante--, no está dedicado a ellos como tantas veces se ha dicho.
Si bien es cierto, es que la población de México envejece, con esta prioridad que se da a los ancianitos, el dicho de que se trata de eliminarlos porque las empresas grandes del estado, no aguantan a tanto jubilado y que por esas circunstancias, ya no les produce riqueza. Esa es la razón porque se argüía para disminuir la población senil era y sigue siendo un problema económico, para quienes se llevan la riqueza que estos produjeron y así quieren ahorrarse gastos.
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